La ley estadounidense siempre ha considerado como ilegal el cruce sin autorización por un puerto de entrada. Sin embargo, la "vigorosa aplicación" suele estar ligada a políticas más estrictas, reducción de excepciones humanitarias (como el asilo) y el uso de tecnología o fuerzas adicionales en la frontera.
Además, recientes cambios en políticas como el fin del Título 42 (una medida de salud pública que permitía expulsiones rápidas) han sido reemplazados por reglas más estrictas bajo el Título 8, que incluyen castigos más severos como la prohibición de reingresar al país durante cinco años si se es deportado.
Intentar cruzar la frontera sin documentación ahora conlleva un riesgo alto de arresto inmediato y deportación expedita. Aquellos que son detenidos podrían ser procesados rápidamente, sin posibilidad de presentar un caso de asilo si no cumplen criterios muy específicos, como temor creíble de persecución en su país de origen.
Esto también afecta a familias y niños no acompañados, aunque existen protecciones especiales para menores, en la práctica muchos enfrentan largos procesos o detención.
Este tipo de noticias y declaraciones buscan también disuadir a quienes consideran emigrar sin documentos. Las autoridades estadounidenses están apostando por enviar un mensaje claro: “No vengan si no tienen una vía legal”.
Sin embargo, esto no siempre reduce el flujo migratorio, ya que muchos huyen por violencia, pobreza o persecución. En esos casos, la desesperación supera al temor a ser deportado.
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